"¿Por qué ella y no yo?", se pregunta la envidiosa que no acepta el triunfo ajeno, sobre todo, cuando sabe que la persona envidiada es alguien que un día no tuvo nada y que otro día llega a tener todo.Es casi natural que el envidioso busque por todos los medios la caída de su rival, impulsado por esa creencia innata de que nadie es tan capaz y merecedor de ser o tener lo que es o tiene el otro.
Los envidiosos, para procurar la caída de su rival: difaman, insultan, acusan y, lo que es peor, cuando ya no les queda más argumentos para hablar en contra, transforman la mentira en verdad y la verdad la convierten en basura, pues los envidiosos suelen ser como las serpientes venenosas y las navajas de doble filo.
Los envidiosos en potencia, que viven "a Dios rogando y con el mazo dando", tienen un denominador común: * suelen ejercitar la maledicencia y
* el gusto por encontrarle defectos al sujeto en cuestión,
* con el fin de exaltar sus debilidades y
* menoscabar sus virtudes;
En ningún otro oficio la envidia es tan evidente como en el arte y la política donde abundan quienes conspiran a espaldas de quienes ejercen la misma profesión, la rivalidad del colega se manifiesta no sólo en el celo y el odio, sino también en la traición y el crimen; o pero aún, donde el amigo de mayor confianza puede trocarse en el enemigo más irreconciliable,
El envidioso está acostumbrado a
* menoscabar sus virtudes;
En ningún otro oficio la envidia es tan evidente como en el arte y la política donde abundan quienes conspiran a espaldas de quienes ejercen la misma profesión, la rivalidad del colega se manifiesta no sólo en el celo y el odio, sino también en la traición y el crimen; o pero aún, donde el amigo de mayor confianza puede trocarse en el enemigo más irreconciliable,
El envidioso está acostumbrado a
* meter cizaña entre los amigos y parientes,
* con el propósito de lograr sus objetivos
* a base de engatusar y confabular mentiras.
Es un ser peligroso que puede convertir una cofradía en un nido de ratas y serpientes. ¡Ojo!, el envidioso se disfraza casi siempre de amigo, como el lobo de oveja, para causar un daño en el momento menos esperado, pues es un ser astuto que, aun siendo un pobre diablo, se ufana de tener más sapiencia y experiencia.
La envidia no perdona a quien se trepa a la cúspide de la pirámide o levanta un vuelo por encima del resto. La envidia es un arma poderosa que puede herir o agredir.
Dependiendo del ambiente en el que caiga, Tus éxitos pueden proporcionarte un gran respeto social o pueden ser tu tumba si acaso alimentas la envidia destructora de algunos que te conocen.
Cuanto mayor sea la diferencia y el agravio entre quien sobresale (y los otros) , mayor será la posibilidad de que uno sea envidiado de manera no sana y de que por tanto traten de hacerle daño.
De ahí que cuando se aparece un envidioso, lo mejor es no desarrollar confianza con estas personas y avanzar con los oídos tapados y los ojos bien abiertos, para no escuchar los falsos cantos de sirena ni caer en las trampas que va dejando a cada paso.-
“…A lo largo de mi corta vida aprendí que la envidia es el pecado capital del individuo y la hermana melliza de la hipocresía.
Aprendí también que la envidia es una sensación que afecta más a los frustrados que a quienes somos envidiados por nuestra belleza, inteligencia, triunfo personal, fama o fortuna.
Y, sin embargo, nunca concebí cómo el ser humano puede gozar con la desgracia ajena y entristecerse con la felicidad del prójimo…”
Es un ser peligroso que puede convertir una cofradía en un nido de ratas y serpientes. ¡Ojo!, el envidioso se disfraza casi siempre de amigo, como el lobo de oveja, para causar un daño en el momento menos esperado, pues es un ser astuto que, aun siendo un pobre diablo, se ufana de tener más sapiencia y experiencia.
La envidia no perdona a quien se trepa a la cúspide de la pirámide o levanta un vuelo por encima del resto. La envidia es un arma poderosa que puede herir o agredir.
Dependiendo del ambiente en el que caiga, Tus éxitos pueden proporcionarte un gran respeto social o pueden ser tu tumba si acaso alimentas la envidia destructora de algunos que te conocen.
Cuanto mayor sea la diferencia y el agravio entre quien sobresale (y los otros) , mayor será la posibilidad de que uno sea envidiado de manera no sana y de que por tanto traten de hacerle daño.
De ahí que cuando se aparece un envidioso, lo mejor es no desarrollar confianza con estas personas y avanzar con los oídos tapados y los ojos bien abiertos, para no escuchar los falsos cantos de sirena ni caer en las trampas que va dejando a cada paso.-
“…A lo largo de mi corta vida aprendí que la envidia es el pecado capital del individuo y la hermana melliza de la hipocresía.
Aprendí también que la envidia es una sensación que afecta más a los frustrados que a quienes somos envidiados por nuestra belleza, inteligencia, triunfo personal, fama o fortuna.
Y, sin embargo, nunca concebí cómo el ser humano puede gozar con la desgracia ajena y entristecerse con la felicidad del prójimo…”

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